¿Alguna vez alguien te ha pedido perdón? ¿Alguna vez has sentido coraje por una situación ajena pero que termina afectándote directamente? ¿Alguna vez te has molestado por asumir… por actuar antes de preguntar… antes de escuchar? ¿Alguna vez has juzgado sin detenerte a analizar el contexto? ¿Alguna vez has mentido, has ocultado la verdadera historia? ¿Alguna vez has lastimado… has ofendido? ¿Alguna vez te has equivocado? ¿Alguna vez has perdonado? ¿Alguna vez te has arrepentido de verdad? ¿Alguna vez te has escuchado a ti mismx? ¿Alguna vez te has detenido a respirar… a permitirte sentir lo bueno, lo malo, y todo lo que incluso no sabrías en qué categoría colocar…? ¿Alguna vez has soñado, has compartido tu corazón, has hablado…? ¿Alguna vez has sido realmente, de verdad, muy feliz?

¿Alguna vez…? Yo, sí… muchísimas.

Todo este párrafo anterior es lo que he vivido. Lo que he sentido y mucho más de lo que me he olvidado. No todo es triste, no todo es difícil, no todo es obstáculo, no todo es feliz, no todo es paz, pero les aseguro que todo es vida. Las respuestas, las historias detrás de esas pocas preguntas son lo que me ha traído aquí, con compañía o en solitario. Con corazón y con miedos, pero también un poco de fuerza oculta, con ganas y no con la misma sonrisa… esa cambia y nunca es igual, pero la sensación sigue… siempre.

Me he equivocado incontables veces, podría escribir cada historia y con todas te sorprenderías. De esas que uno escucha y no cree, esas que parece que fueron escritas con un guión irónico, inimaginable, esas que hacen que uno sienta que sí ha tenido suerte, esas que dan entre risa y pena. Esas donde existen frases como “Fue la excepción” o esas que te dejan sin palabras… De esas historias tengo algunas… y aún con mi corta edad, les aseguro que sería una lista larga. Aunque trato de no darle muchas vueltas, porque lo positivo nos alimenta y prefiero seguir aquello que nos da más energía.

Sin embargo… me equivoco en todos lados, me equivoco a diario, me equivoco con el tiempo, con los números, las letras o palabras. Me equivoco cuando me lanzo, cuando actúo con esmero o sin él. Me equivoco dando un paso atrás o corriendo por ahí. Me equivoco en el camino, en la mañana o por la tarde, a veces también en la noche. Me equivoco en mi cabeza o si ya lo dije en voz alta. Me equivoco en público y en privado. Me equivoco en llantos, aferrándome a no dejar ir esa lágrima. Me equivoco y me cierro. Me equivoco cuando elijo y cuando no lo hago… Me equivoco siempre, pero eso soy.

Soy un manojo de errores y con tanta crisis, soy introspectiva, soy curiosa, soy testaruda y vaya que he aprendido a no ser tan desesperada. Soy también un cúmulo de aciertos, con ideas, con metas, con lindas experiencias, con grandiosas personas, con bellos recuerdos, con logros, con risas, con ocurrencias, con cumplidos, con esfuerzos, con suspiros, con sentidos y sentimientos, con imaginación, con ojos que se podrán apagar de vez en cuando, pero siempre tendrán su destello. Soy un poco de optimismo, soy nervios, soy sonidos, soy carcajadas y soy también tolerante… Soy un pedacito de esperanza constante, soy intensa, pasional, soy una dosis de cariño y romanticismo en secreto… y soy yo. Sólo yo. Así.

Escribo desde el corazón, con una cabeza revuelta y manos pequeñas.

Siempre  me equivoco… No siempre soy acertada u oportuna, pero soy honesta, soy real y soy una persona que quiere aprender y seguir.

Hay situaciones donde uno piensa, “no depende de mí” pero ahí difiero, porque en realidad sí. Habrá momentos donde si depende de ti. Depende cómo reaccionas, depende cómo lo ves, cómo lo superas, depende cómo te levantes, cómo te dejes caer, cómo lo escuches, cómo lo digas… Si, alma, mente y corazón siempre dependen de ti.

Por eso acepto el “viene y va” de mi vida, de mis acciones y de mi misma. Por eso pido ayuda, consejos y abrazos. Por eso a veces puedo estar muy bien y otras no tanto. Porque soy yo… de mí depende. Y así, como me equivoco, así hago lo correcto, así sobresalgo, así también vivo y sonrío.

Simplemente soy.

En realidad, a todos nos puede pasar ¿o no? Ser algo y dejarlo después… cambiar, crecer, volver, aprender… de todo un poco… Creo que eso es lo que nos conecta a este espacio, entre nosotros y hacia uno mismo… tanto encapsulado en una sola silueta.

Con todo esto, quiero dejar plasmado por aquí un recordatorio, uno para mí, o si tu también lo necesitas, o si no lo buscas pero lo encontraste, o como haya sido… también lo dejo escrito para ti.

Asegúrate de sentirte bien, en paz y conforme contigo, no con expectativas ajenas. Respira, aceptando que somos eso, una mezcla heterogénea de quién sabe qué… yo sigo en ese proceso y escribo en algunas ocasiones, lo hago por mí y por ti que estás leyendo esto… así que si necesitabas compañía o por curiosidad, o porque te haya convencido o por la razón que se te ocurra… la invitación a pasar por aquí seguirá siempre abierta.

Gracias por leer.

Porque todos nos equivocamos, todos resolvemos, todos aprendemos, y todos merecemos una vida libre, plena, en paz y feliz.  

*Día Internacional para la Tolerancia / 16.11.18.