Todos tenemos diferentes sentidos para definir la palabra bien. Pero para mí, bien es, justo como me ha recibido esta ciudad tan… diversa.
Me sigo adaptando a cambio de hábitos, crear nuevas rutinas, rescatar un poco las anteriores y al mismo tiempo darle espacio a nuevas personas y experiencias.
Esta vez, todos los planetas se alinearon para una bienvenida agradable, y hasta hoy, me gusta decir que ahí va, “todo bien”.
Tengo mis prioridades claras por acá. Pero al mismo tiempo he ido conociendo algunos de los sitios turísticos, pirámides, gastronomía. Poco a poco y sin prisas.
Viniendo de la ciudad del sol, climas extremos y un calor realmente intenso, al que uno nunca se acostumbra. Llegar al clima de la Ciudad de México fue una parte importante de que este cambio fuera tan agradable. Aunque siendo honesta, aún no soy muy fanática de las lluvias.
Por otro lado, la diversidad y estilo de las personas, es uno de los aspectos que más disfruto. Además de su folklor y la innegable gama de opciones de actividades para hacer ─y deshacer─ en la ciudad.
Sigue siendo algo reciente. Han pasado pocos meses. Sin embargo, aspiro a descubrir qué más viene. Metas y retos, obstáculos y logros... Estructurar mi ritmo, dándole espacio a lo que me da vida y energía. Como el ejercicio, seguir activa, danza, y esas otras actividades que se convierten en un motor personal.
Además, de alguna forma y por distintas razones, he coincidido con amigos y familiares. Y sin duda, las personas que me recibieron, hicieron de la llegada una gran diferencia. Lo cual, claramente, le ha dado un toque cálido a esta transición. Al mismo tiempo, las redes sociales siempre son un gran soporte para conectar con esas personas especiales en la distancia.
En conclusión, y como mencioné al inicio de este escrito, hasta hoy: Todo bien, todo en orden.
La ciudad tiene mucho para mí, estoy segura. Esto apenas comienza…