“No tienes que gritarlo a los cuatro vientos, pero de pronto, te darás cuenta que lo hablas sin pena, sin remordimiento, sin tristeza; y está bien”. Algo así fue lo que dijo mi doctor en una de nuestras sesiones. Pero definitivamente esas palabras se quedaron conmigo desde ese día.

Tengo depresión. Tengo ansiedad. No es nada malo. Es solo un tema de salud mental, una cuestión química en el cerebro. Es genética. No es algo que deba ocultar. No es algo para avergonzarse. No cambia quién soy, ni lo que he vivido. No cambia mi personalidad. No cambia nada. Simplemente es una condición que cuando es bien atendida, te permite ser tu mejor versión. Justamente, eso estoy haciendo. Trabajando en mi mejor versión. Para estar bien conmigo, para estar bien con quienes me rodean. 

El hecho de acudir por ayuda, solicitar apoyo y hablar con un profesional en el tema, fue gracias a personas a mi alrededor que sin pena abordaban el tema de la salud mental. Quienes compartían sus experiencias y confiaban en que parte del proceso de sanar, es hablar. Gracias por ello. Gracias por abrirse conmigo y ayudarme a encontrar un camino.  

La depresión, la ansiedad, o cualquier otra condición del cerebro, no son temas de broma, de prejuicios ni mucho menos para demeritar a alguien. Depresión no es solo estar dormido, triste o aislarse de los demás. Estas condiciones del cerebro pueden presentarse de distintas maneras. De forma esporádica o más constante. Pueden ser causadas por un evento específico, pero también, pueden ocultarse (casi) completamente. 

Para mí, la depresión fue manifestándose con aislamientos, con problemas para expresarme verbalmente, con ansiedades que no me dejaban disfrutar de mi presente. Intentando alejar a las personas que más quiero. En mi experiencia, todos esos sentimientos, son como si estuvieras dentro de un huracán. Todo sucede con calma a tu alrededor pero tú no puedes alcanzar ese espacio. Estás en un centro donde todo gira, todo molesta, todo es más complicado de lo que parece. Tu cabeza no para de dar vueltas, de pensar, y pensar y pensar y pensar.

La depresión, y la ansiedad, se presentan también cómo una nube, que no me permite ver con claridad. Como si hubiera mucha niebla frente a mis ojos. Sé lo que está en la palma de mi mano, sé qué es lo correcto, sé cuál es el camino, pero no puedo seguirlo, no puedo sentirlo ni verlo realmente. De pronto, te encuentras en una situación en la que te esfuerzas tanto por estar bien, por presentarte de la mejor manera, por no incomodar a los demás, por no preocuparlos, que lo único que logras es aislarte, dejarte a tí mismo en segundo plano. Ahora en lugar de enfocarte en ti. Solo te enfocas en cómo ocultar tus sentimientos. 

Pero la vida no es así. La vida no es para estarse ocultando. Todo debe hablarse, aunque no todos estén felices o conformes con el tema. Debemos ponernos en primer plano, para poder disfrutar lo que nos rodea. Acudir con un terapeuta, un psicólogo, psiquiatra o un profesional de la salud mental, no es símbolo de debilidad, ni de vergüenza ni mucho menos. Es un ejemplo de iniciativa, de madurez, de valentía. Es un acto de amor por uno mismo. Un acto de aceptación; de reconocer que no existe nada perfecto, nada 100% correcto. ¿Y qué es eso de  lo correcto o perfecto? ¿Para quién? 

Hoy hablo del tema con más calma. Aún con sentimientos encontrados y de pronto una lágrima que se asoma. Pero hablo del tema, porque así como a mi me ayudó escuchar a otros, quizá hay alguien que leyendo esto, encuentre unas palabras de apoyo, de motivación, encuentre una señal de que sí hay una solución para ese sentir que nos impide disfrutar la vida.

Hoy hablo del tema pensando que nunca es tarde para mejorar, para pedir ayuda. Para amigarse uno mismo, darse un abrazo y decir: Estamos bien. Estás bien. Vas a estar bien. 

Gracias a esas personas que me hablaron del tema, que compartieron sus experiencias, sus retos y sus logros. Por ustedes, yo también entendí de primera mano, que la salud mental es sumamente importante y que no tenemos que vivir el proceso solos, cuando puede ser, ir acompañados. 

Compartiendo Hoy, es un blog personal que inicié para escribir sobre experiencias que en mi opinión, vale la pena compartir. Porque fielmente creo que todos tenemos algo que contar. Porque la vida se comparte. Porque todo es mejor compartido. 

Así que hoy comparto desde lo más personal e íntimo, que tengo depresión, soy una persona con ansiedad y es esencial seguir hablando de la salud mental. Normalizar el tema, entenderlo, respetarlo y admirar a quienes con valor tomamos el primer paso de pedir ayuda y decir con sinceridad, “no estoy bien”. Pero la buena noticia es, que sí, que sí vas a estar bien, vas a estar mejor. 

Aún hay mucho por recorrer. Sigamos compartiendo hoy.