Y se nos olvida…
Se nos olvida que nuestros padres también fueron niños. Que ellos también vivieron momentos de indecisión, de crisis, de llanto, de experiencias buenas pero también de retos –y de todo un poco. Tal como lo hace uno hoy en día. Intentando aprender a vivir.
Aunque parecería que los padres lo saben todo, la realidad es totalmente diferente. Los padres aprenden en el camino, como uno. Pero ellos también fueron niños, ellos también necesitaron guía, ellos también están tratando de encontrar las respuestas. No lo olvides.
No olvidemos que no son los responsables, ni mucho menos “los culpables”. Los padres, generalizando, jamás harían algo para perjudicar a sus hijos, a su familia. Es todo lo contrario; cada acto viene desde el corazón, intentando dar lo mejor para sus hijos. Aún cuando no sepan específicamente cómo hacerlo.
Hoy ya tienen otro rostro, tienen otro cuerpo, otras ideas, otra formación. Tienen menos información de la que tú tienes ahora. Pero no siempre fueron padres. No siempre tenían que tener todas las respuestas a nuestras preguntas.
También cargan con sus propias historias, sus aventuras, sus secretos. Así que seamos pacientes. Seamos más tolerantes al entender que los padres nos guían, nos protegen, pero también hubo alguien así para ellos, o quizá ellos no tuvieron a esos padres ideales que uno pensaría.
Su camino los ha traído hasta aquí, en mi vida, en tu vida, en sus vidas. Pero cuando más frustración sientas hacia ellos, recuerda que también fueron niños. También fueron adolescentes, también tuvieron miedo, también tuvieron sus momentos de crisis existenciales, de volver a empezar, de cambios… bueno, como todos; historias hay muchas. Pero aún hoy, no saben si hacen lo correcto como padres. Porque también son hijos, también son hermanos. Siguen siendo mucho más que solo padres de familia.
Siguen formando parte de una red social en muchos sentidos. No son solo padres. Sin embargo, aquí están intentando guiarnos por el camino “correcto”, –si es que hay tal. Aquí están, protegiendo, dando su mejor versión al proveer, al respaldar, al escuchar, al acompañar.
Hoy te comparto esta reflexión, este recordatorio de que tus padres, no siempre fueron padres. Y ellos también, al día de hoy, merecen la misma paciencia, tolerancia y empatía que en ocasiones les exigimos.
Mi papá, Marco Antonio, mi mamá, la Lolita… reconozco que tienen infinitas historias de versiones que yo no conocí, pero no me queda más que imaginar.
Imaginarlos de niños, de jóvenes. Imaginarlos al escuchar lo que me cuentan, y entender que también hay mucho que no sé, que no me toca saber, ni juzgar.
Hoy intento ser más paciente, y reconocer que así como yo me desespero, seguro ellos también piensan “¡ay esta hija que nos tocó!”.
Pero estamos juntos en esto, al día de hoy, me los han prestado por mucho tiempo; y espero que tengamos aún muchos años más por compartir.
Y entre más pasa el tiempo, más entiendo, que ellos tampoco lo tienen todo resuelto.
Les agradezco por seguir en mi camino, por los esfuerzos, por la paciencia, por intentar darme su mejor versión. Y hoy, recuerdo, que no siempre fueron padres…