¿Alguna vez han pensado dos veces en qué deberían vestir… por temor a cualquier tipo o grado de abuso? ¿Se han sentido inseguros al caminar de noche o sin compañía? ¿Les han gritado obscenidades en lugares públicos? ¿Se han sentido así?… La probabilidad de que alguna mujer lea esto, y responda “sí”, me arriesgo a decir que sería superior al 90%.
En una época donde la tecnología avanza a pedido del cliente, con descubrimientos y creaciones que en algún otro momento hubieran sido inimaginables, que aún hoy siguen sorprendiendo y superando cualquier supuesto límite. En tiempos así, quién pensaría que el problema es pedir un trato digno, la lucha por equidad de género, intentar no vivir con miedo, imaginar que tus derechos sean respetados… quién pensaría que esos serían los conflictos en una época como la que vivimos, en pleno 2017…
Quién pensaría que aún se escuchen frases como estas:
Seguro iba alcoholizada… Ella se lo buscó…Todas son iguales… Exageradas… Hubiera dicho “no” y ya… Para qué se visten así… Creen que todo se trata de ellas…Todo les molesta… Qué estaba haciendo a esas horas, etcétera… etcétera… etcétera…
Necesitamos un cambio… y sólo como recordatorio… una más o una menos, sí importa. Ayer, hoy, mañana, siempre, sí importa. Así de simple.
Para generar un impacto se necesita la notoriedad de una masa crítica. Ese grupo potencial somos las mujeres, y no fragmentadas, no criticando la lucha de otras, ni su apariencia o preferencias, nada. Somos una, deberíamos ser una. Es casi una obligación protegernos mutuamente, cuidarnos y apoyarnos. Ser esa masa crítica, ser esa audiencia que no pueda ser ignorada o disminuida de forma alguna.
Todo cambio es disruptivo, hay quejas, molestias, víctimas, prejuicios y resistencias, pero las épocas han cambiado, somos una generación diferente, hemos cambiado. Les guste o no, así es.
La colaboración no puede ser unilateral, una sociedad no lo es, simplemente la interacción humana no lo es. Hay culturas, pensamientos y formas de hablar arraigadas y bastante resistencia, lo comprendo, sin embargo, esto no lo convierte en correcto.
La educación es la base de todo, un conocimiento válido de nuestro entorno nos da las herramientas para crecer, opinar, actuar con fundamentos y fuerza. Pero si en el recorrido, aún hay víctimas de abusos, inseguridad, burlas, represión, discriminación… con esto, ¿quién podría avanzar?
Hoy escribo y comparto esta breve reflexión uniéndome a la lucha por la equidad de género, por un trato y una vida digna. Porque no haya más víctimas. Porque toda mujer pueda sentirse protegida, segura, incluida, aceptada y respetada, como todos.
No más víctimas, no más abusos, no más prejuicios, no más excusas… porque una más o una menos, sí importa.