Día a día es necesario reconocer que hemos cambiado. Nos adaptamos constantemente.
Sí, efectivamente ya no eres la persona de antes y eso está bien. 

Habrá quienes hagan referencias sobre cómo eras el año anterior o hace 3 meses o desde la última vez que interactuaron contigo. El pasado será su punto de comparación. Sin embargo, eso también es normal. Comúnmente tomamos referencias previas para poder entender el antes y el ahora. 

El objetivo de esta reflexión, no es averiguar cómo te ven los demás o qué es lo que piensan de ti actualmente.
Lo más importante es que tú puedas aceptarte como eres hoy. Aspirando a ser la mejor versión de ti hasta ahora. 

El cambio es una parte esencial e inherente de la naturaleza humana. Estamos en constante crecimiento, tanto en lo físico como mentalmente. Entonces, ¿cómo podrías esperar ser igual siempre? Aún con el pasar de los años, las vivencias y aprendizajes… ¿aún así tendrías que lucir y actuar igual? Supongo que ya sabes cuál es la respuesta… 

Siéntete bien por cambiar. Permite y respeta que otros lo hagan también. Tu camino podrá cruzarse con muchas personas y de esa misma forma podrían separarse hacia rutas distintas. Disfruta el recorrido y los momentos en que puedas coincidir con alguien más. Recuerda siempre, aceptar cuando debes quedarte o tomar distancia. 

Conserva lo bueno. No vayas por la vida cargando preocupaciones eternas, ni propias ni ajenas. No guardes rencor y si la situación lo permite, practica el perdón. La vida así como puede ser plena y larga, también puede presentarse en una versión corta e impredecible. Cualquiera que sea el caso, no te preocupes por el cambio. Deja que llegue y prepárate para vivirlo. 

Tendré que adaptarme a lo que he cambiado. Tendré que aceptar que tú también lo has hecho.
Que ni tu ni yo somos la misma persona de antes y está bien.