¿En qué momento empezamos a correr sin parar? ¿En qué punto asumimos que estar siempre ocupados era lo mejor? ¿Cuándo nos olvidamos de bajar la velocidad?
Hay que decir “no”. Hay que poner límites. Hay que detenerse. Hoy a pocos meses de que este 2022 se nos termine, hoy reflexiono sobre vivir despacio. Sobre no apresurarme y entender que lento, también es bueno.
Ahora entiendo que quiero seguir compartiendo experiencias, pero despacito. Quiero disfrutar mi tiempo, quiero hacer lo que me gusta y me apasiona, y quiero conectar con las personas que adoro y quienes siguen en el camino conmigo.
Ya no quiero correr, no quiero ir contra reloj, no quiero complacer a otros. Ahora se trata de lo que siento yo, lo que quiero yo, lo que pienso yo. Porque venimos a este mundo a gozar, a aprender sobre la marcha… pero más importante, a construir nuevas versiones de nosotros una y otra vez.
Hace poco, le comenté a alguien que estaba trabajando en reconstruirme (de nuevo), en volver a ser “yo”. A lo que me responde que quizá la expresión correcta sea construirme desde cero una vez más. Porque esa Gaby del pasado ya no es la Gaby de hoy. Y entre que son peras o son manzanas, lo que quiero decir es, que no puedo volver a ser quien era. No puedo ser como hace años. Ahora soy diferente, y para bien.
He vivido cambios y momentos que me han obligado a moldearme de otra manera. Doy gracias por eso, porque sin esas caídas y raspones, no podría decir que ya estoy mejor. Este año especialmente ha sido difícil, pero al mismo tiempo fue el año en el que pedí ayuda y alcé la voz. Eso fue crucial para mí. Tomar valor y encontrar una salida ha sido un bálsamo para mi corazón y aunque creía lo contrario, sí había una una solución para esos sentimientos que no sabían cómo salir. Ahora puedo trabajar nuevamente en mi salud y paz mental como prioridad.
Así que hoy estoy bien, estoy mejor y me doy el tiempo para disfrutar haciendo lo que me gusta, con las personas que quiero. Ya dejé de correr (lo intento cada día). No estoy comparándome con los recorridos de otras personas. No estoy tratando de complacer al mundo. Quizá no siempre sepa lo que quiero, pero si sé qué es lo que no quiero. Ahora voy poco a poco, más tranquila, más segura, una cosa a la vez… un día a la vez… pero despacito.
Y a ti que me lees en esta ocasión, no olvides tomarte una pausa también.
Recuerda, la vida es más que un trabajo, más que los bienes materiales, más que la apariencia en redes sociales, más que el ayer o el mañana. La vida es hoy, aquí y ahora, y muchas veces lo damos por sentado. Así que detente, y recuerda qué es lo que te gusta y a quienes aprecias a tu lado. Date una pausa, así, sin prisas.