Ya lo entendí, yo tengo las lágrimas al borde del corazón. 

Hoy más que nunca, intento aceptarlo y reconocer que sí, si soy una persona muy emocional, sentimental, apasionada, intensa y si, como decimos comúnmente, muy llorona. 

Por más que he intentado ocultarlo, quienes me conocen ya de tiempo, en algún punto, descubren esa versión de mí. Esa Gabriela que habla y “le agarra el sentimiento”. Esa que le gana la emoción. Que suelta una lagrimita casi con pena. Con ganas de ocultarlo. Con la necesidad de explicar el por qué. Pero esa soy yo. Yo lloro. Y lloro por todo. 

Lloro con un sentir que antes era de vergüenza. Me preguntaba: ¿por qué será?… ¿por qué será que soy así…que lloro por todo?

Y es que yo me entrego. Yo soy intensa. Yo soy sensible. Soy romántica —de pronto a escondidas. Y aunque he intentado dar mi versión más fuerte, más dura… siempre sale a la luz mi corazón de pollito. Porque si, tengo un corazón de pollito. 

Me gustan los detalles, me gusta sorprender a las personas que quiero con regalos, con sutilezas, con gestos de cariño ¡y hasta con cartas! 

Me gusta escribir y dejar mi sentir plasmado; para mi y para quien se encuentre, por alguna razón, con estas reflexiones. 

Y si… Me gana el sentimiento… incluso cuando es inoportuno, imprudente —o demasiado. 

En algún momento de mi vida yo decía: “si  pudieran quitarme algo para siempre… que sea el llanto”. 

Imagínate… pensaba que eso cambiaría mi vida. Que el llanto era malo. Era una debilidad. Era algo que aquí no tenía cabida. Aunque, sé que antes lo decía por otras razones; por otros aspectos que tenía que sanar y trabajar. Y hoy, lo digo con orgullo, hoy ya estoy mejor. 

Así entendí que realmente es todo lo contrario. El llanto no es malo. No me hace daño. Ya no lloro con dolor. Ahora entiendo que eso es lo que me hace sentir viva. Ya lo entiendo, y ya no me da pena. No me siento mal. Porque esta soy yo. Si… muy llorona, muy sensible, muy intensa. 

Lloro cuando leo un poema. Lloro cuando veo fotos o recuerdos de mi familia. Lloro con las películas (podría decir que con casi todas) y las novelas escritas. 

Lloro con las historias de amor. Lloro con los gestos de cariño inesperados. Lloro en fechas de celebración. Lloro cuando escucho música. Lloro cuando hablo. Lloro cuando escribo. 

Justamente, por eso escribo. Porque cuando escribo las lágrimas corren, pero las palabras siguen. Y tú que me lees, me lees sin pausas. Me lees como quiero que me escuches. Y si, quizá hasta me lees más determinada, más en orden, más bajo control, más fuerte… como yo quisiera parecer… 

Pero esa no siempre soy yo. Porque como dije, yo lloro por todo. Tengo corazón de pollito. Y si, voy a dar mi mejor versión siempre, pero reconociendo que estas son mis emociones. Que está bien llorar, y también está bien llorar por todo. 

Este llanto es mi corazón al borde. Es mi ser. Es mi vulnerabilidad. Es mi expresión más pura. Es mi esencia. Es mi verdad. 

Esa Gabriela soy yo, con las lágrimas al borde, la intensidad del alma y también esas frases entrecortadas. 

Hoy por eso me escribo. Por eso te escribo. 

Hoy me desbordan las lágrimas abriéndose paso desde el corazón para salir y decir: si… si hay vida por delante.

Sigues aquí con esa emoción tan tuya, pero déjala salir. No te escondas. Estás bien. 

Ésta eres tú y cuando el corazón habla, hay que escuchar. 

Así que hoy reconozco mi llanto. Reconozco mis emociones, y lo escribo como un recordatorio. 

No te ocultes. No sientas pena. No está mal. No lo reprimas. 

Está bien llorar. Está bien soltar. Está bien que no todo esté bien ni bajo control ni en orden. 

Hoy lloras, hoy sientes, hoy hay vida. Y mientras haya vida, todo se puede. 

Así que, si tú como yo, tienes un corazón de pollito pero quieres ser la versión más fuerte: Entonces chill, dale suave. Relax. Inhala, exhala ¡y suelta! 

No siempre tienes que ser el pilar, guía o ejemplo de fuerza ni mucho menos. Permítete recibir un abrazo. Permítete llorar y sentir y vivirlo… y dejarlo ir. Deja que el alma respire, que la calma llegue… 

Entonces llegará también una sonrisa.