Como ese sentimiento de terminar un libro…nos adentramos tanto en la historia que nos convertimos en algún personaje o narrador. Cuando esto se acaba, se necesita un momento de asimilación, y después comienza la crisis siguiendo la duda sobre el próximo: ―¿Género? ¿Algún autor en específico? ¿Alguna recomendación?
Es un sentimiento casi tan parecido a ver cada temporada de tu serie favorita, esa de la que hablas durante el día o usas para ejemplificar cualquier aspecto en tu vida cotidiana. Sabes las frases y gestos de memoria (como si fueras el guionista). Estás dispuesto a dejar cualquier red social para que nadie te arruine el final de ese episodio. Pero cuando todo esto llega a su fin, podríamos decir que nos situamos en un vacío de incertidumbre antes de poder encontrar una serie casi tan buena como la anterior.
Ese sentimiento es el de cualquier transición. Los cambios comúnmente van cargados de preguntas, negaciones o desconfianza. Sin embargo hay otros que llegan con aventuras, emociones y promesas. Aunque les confieso que en mi vida, representan un remolino de emociones e indecisión, pero esa soy sólo yo…
Me gusta llamarlo puntos de quiebre, el tipo de decisión que definirá mucho más de lo que uno espera…
Estos momentos son para crecer y avanzar. Se termina una etapa para darle cabida a algo mejor. Por más que intentemos predecir el futuro o las consecuencias, aun así cometemos errores y es totalmente válido arrepentirse. Rara vez cambiamos algo para retroceder; siempre se necesita una pausa dedicada para reflexionar, no importa si es muy breve.
En los próximos meses, un reciente cambio está en hacerme llamar “Licenciada en …” y más que un título, lo que representa es una etapa que está completa ( Sí ¡POR FIN!) y me permite dar el siguiente paso, al menos en una cuestión académica.
No quisiera escucharme muy romántica, no obstante, terminar la universidad va más allá de recibir una constancia, los años de estudio o de las personas que conocimos. Para algunos es el punto en que dejas de ser visto como un estudiante imprudente o a quien se le dan más oportunidades para equivocarse (y vivir la vida loca…). Por alguna razón terminar la universidad hace que te vean como un adulto formalmente, como si todos esperaran ese momento para recibirte con banderitas, un pequeño pastel y un sin fin de responsabilidades y deberes aparentemente implícitos en eso de la “vida real”. Aun no sé por qué hacen referencias con ese tipo de frases… ¿Acaso lo vivido antes de terminar la universidad no cuenta?
Las decisiones a partir de ese momento supuestamente tienen mayor peso… pero no se preocupen, uno es responsable de su vida, acciones, decisiones y de asumir las consecuencias…No hay presión…
No todo trata de la universidad, lo anterior fue más bien para ejemplificar ese tipo de saltos. Al final del día cada cabeza es un mundo. Algunos tendrán más trabajo para dejar su ciudad, cambiar de puesto, terminar una relación, sobre el matrimonio, etc.
Ese es el dilema de cualquier transición. Decidir el siguiente movimiento y actuar.
Parecía fácil…
No es algo de una vez, realmente sucede siempre aunque varíen las dimensiones. Eso es lo que conforma nuestras altas y bajas, es lo curioso de la vida y algo por lo que tenemos que pasar, sin excepciones.
El “climax” está en ese cambio y cómo lo recibimos. Podemos resistirnos, dudarlo o todo lo contrario. Cada uno lo vivirá de forma distinta, adaptándose a esas transformaciones. No es que sea algo difícil sino, complejo…
Todo esto es como querer conversar con alguien las posibles perspectivas, las vivencias y hasta opuestos sentimientos, pero siempre sobre el mismo libro…será algo que cada uno experimenta diferente.